Hoy viajamos a Tierra de Campos para conocer la Laguna de La Nava, en las llanuras de la estepa cerealista de Palencia.

Aquí, y hasta los años 60 del siglo pasado, existía un gran humedal, denominado el Mar de Campos, que con sus más de 3000 hectáreas era una de las áreas acuáticas más grandes e importantes del interior de la Península Ibérica.

Como tantos otros de nuestros humedales, fue desecado “en pos de aprovechar esa área como zona de cultivo y para eliminar enfermedades”.

En los 90, Fundación Global Nature comenzaba su andadura en esta región con el proyecto de inundar las primeras 60 hectáreas de la actual Laguna de La Nava. En la actualidad ya son más de 400 hectáreas y, junto a los trabajos que se vienen realizando en la Laguna de Boada y la de Pedraza, se pretende recuperar el hábitat y las funciones ecológicas de aquel antiguo humedal desaparecido y que, tras tres décadas de trabajo han vuelto a convertir a esta llanura palentina en un oasis para la biodiversidad, entre ellas las aves, tanto residentes, migratorias e invernantes.

La Laguna de La Nava forma parte de la Red Natura 2000 y está declarada Zona de Especial Conservación. Además, por su importancia internacional, es una de las Áreas Ramsar (que incluyen los humedales más relevantes del Planeta).

Junto a las aves residentes (multitud de anátidas, garzas, gallinetas, fochas, …) cada invierno, procedentes del norte, llegan a estos humedales miles de grullas y ánsares comunes (que en ocasiones llegan a un numero de 9000 ejemplares).

Pero también encuentran refugio y descanso en La Nava, aves pequeñas como el carricerín cejudo que en su migración anual emplea estas áreas húmedas como “gasolinera” para proseguir su ruta migratoria. De esta ave te hablaremos en otra de las publicaciones de Nuestros Espacios Protegidos.

No dejes de visitar la Laguna de La Nava, así como sus observatorios y la Casa del Parque en Fuentes de Nava para conocer más de este espacio húmedo.

Hoy, en VIDAS PROTEGIDAS, conoceremos a Elena Totorica. Una joven emprendedora, que después de estudiar y haber vivido en capitales como Madrid, Budapest o Londres, eligió la Palencia rural para desarrollar su proyecto: un hotel sostenible en Frómista.

En el corazón de Tierra de Campos, y en pleno Camino de Santiago, Elena intenta que cada viajero que llega a su hotel se lleve consigo experiencias enriquecedoras y conozca algo de la historia y el patrimonio rural de la zona. Y cuando le preguntan por la naturaleza, lo tiene claro: recomienda La Laguna de La Nava por toda la biodiversidad que alberga.

Con melancolía, pese a no haberlo conocido, nos confiesa: «los que en el pasado pudieron ver el antiguo Mar de Campos que aquí había, tuvieron mucha suerte».